Regreso a Sefarad by Pierre Assouline

Regreso a Sefarad by Pierre Assouline

autor:Pierre Assouline [Assouline, Pierre]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2018-01-01T00:00:00+00:00


34. Que trata de la maravillosa historia de ese minúsculo pedazo de tierra de Castilla y León que metafóricamente ha matado a los judíos durante siglos y que ahora los ama hasta el punto de incorporarlos a su bandera

Durante mucho tiempo, este pueblo del norte del país se ha llamado Castrillo Matajudíos. Han hecho falta varios siglos para que se den cuenta, caramba, de que esa conminación a matarlos en el mismo nombre del pueblo era molesta. Y con ello no me refiero a lo políticamente correcto o incorrecto. Se trata, simplemente, de dejar claro que es algo que no se hace o que ya no se hace. No es un lugar abierto a todos. Aunque no se encuentra muy lejos de Burgos y está bastante cerca de donde nació el Cid Campeador, el mercenario cristiano héroe de la Reconquista, hasta allí no se llega por azar. Lo visito en compañía de Miguel y de Esther, los pilares del Centro Sefarad de Madrid.

Es un lugar de nacimiento o de residencia difícil de llevar, ya sea en el pasaporte o en cualquier documento administrativo en el que haya que desvelar la identidad. Hay que dar continuamente explicaciones: «¡¿Entonces en Castrillo se mata a los judíos como por ahí se mata a los cerdos?!». Judíos había en ese pueblo de Castilla y León desde 1035, hasta mil quinientas almas. Se refugiaron en la pequeña colina (mota) que hay enfrente durante un ataque tras el que les expoliaron sus bienes y se los expulsó de la ciudad en la que vivían. Hasta el infortunio de 1492.

En 2014, un domingo de mayo, día de celebración de las elecciones europeas, en Castrillo Matajudíos tiene lugar un escrutinio menos conocido pero mucho más original. Dos preguntas: «¿Está a favor del cambio de nombre de la aldea?», «¿No está a favor del cambio de nombre de la aldea?». Cincuenta y cuatro votantes y veintinueve papeletas con el «sí». Amarga victoria, pues significa que ¡veintitrés habitantes del pueblo!, apenas menos de la mitad, ¡no ven inconveniente en seguir matando judíos, metafóricamente hablando!

Cuando llegamos al pueblo nos recibe un comité de acogida de lo más simpático. Si pretendía ser discreto me ha salido el tiro por la culata; un reportaje aparecido en el Burgos Noticias ha anunciado con trompetas mi llegada. Llueve y hace frío. He visto el cementerio a la salida de la ciudad, pero no me atrevo a preguntar si, bajo la primera capa, podrían hallarse tumbas judías. No sé cuál sería la respuesta arqueológica, pero, por el momento, las mujeres sefardíes han venido a leer poemas de Teresa de Ávila y Abraham Bengio ha recitado el kadish. Aquí, todo cuanto se exhuma es materia de debate. El más mínimo signo, el menor detalle, la más insigne traza son objeto de interpretación. El último hallazgo ha aparecido en la iglesia, un misterioso baúl que bien podría ser un cofre sinagogal en el cual se depositaban los rollos de la Torá, pero ¿cómo saberlo? Y como para no



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